De Los Ángeles a Centroamérica: La Evolución de las Notorias Pandillas del Triángulo del Norte

Escrito por Valeria Solís  | Editado por Fritz Pinnow  | Fotografias por Fritz Pinnow 

Note: Find the english version below

2012, San Pedro Sula se ganó el título de “La Capital Mundial del Asesinato”, al convertirse en la ciudad con la tasa de homicidios per cápita más alta del mundo. Solo dos años después, San Salvador ganó este perturbador título en 2015. Mientras, Guatemala no se ha quedado atrás, pero comparada con las demás naciones centroamericanas, los países del Triángulo Norte, son conocidos como epicentro de la violencia en la región.

Pero, ¿cómo se desarrolló esta situación? ¿Qué hace al Triángulo del Norte tan diferente de otros países de Centroamérica?

Para entender la situación actual de las maras más notorias de las calles de Centroamérica, debemos echar un vistazo al pasado. Específicamente, los turbulentos años 80 en Los Ángeles, donde la creciente desigualdad permitió a diversas minorías formar pandillas en los barrios más marginados. Este tiempo marcó el surgimiento de la Barrio 18 y la MS-13.

La pandilla “Barrio 18” traza sus orígenes a las pandillas de LA desde la década de 1950, cuando miembros de la pandilla Clanton 14 se separaron para comenzar a organizarse y reclutar inmigrantes mexicanos. Con la llegada de otras nacionalidades latinas, la Barrio 18 empezó a reclutar miembros de diversos orígenes.

La Mara Salvatrucha 13 emergió en los 80 a partir de los Mara Salvatruchas Stoners (MSS), que en su mayoría consistían de salvadoreños que huían de la guerra civil. Los orígenes del nombre aún son objeto de debate, pero "mara" es un término centroamericano para referirse a una pandilla o grupo de personas. "Salva" hace referencia a El Salvador y "trucha" es un término coloquial que significa "inteligente" o "astuto".

Ambas maras fueron ganando renombre por su extremo uso de la violencia y el conflicto entre ambas pandillas fue especialmente intenso en y alrededor de Los Ángeles. Los enfrentamientos pusieron a las maras bajo el radar de las autoridades, que iniciaron a encarcelarlos masivamente a finales de los 80 e inicios de los 90.

Más tarde, factores como la deportación de inmigrantes con antecedentes penales regresaron a miles de pandilleros privados de libertad a su país de origen en Centroamérica. 

Fue esta transición la que creo un semillero perfecto para las maras en la región, especialmente en El Salvador; donde la recién terminada Guerra Fría dejó secuelas, incluyendo un mercado negro de armas, excombatientes desempleados y un aumento en la pobreza. 

Es así como décadas después, las maras o pandillas (MoPs), migraron y mutaron en los países del Triángulo Norte; convirtiéndose así en una de las estructuras criminales más complejas de las últimas tres décadas.

Timeline

La MS-13 y la Pandilla 18: Su Modus Operandi

La Mara Salvatrucha (MS-13) y la Pandilla 18 o Barrio 18, son las dos principales maras; no obstante, su forma de vida, estructura, liderazgo e incluso formas de obtener dinero, son diferentes. 

Según los Estudios de caso sobre la lucha antiextorsión en Honduras realizados por la Fuerza Nacional Antimaras y Pandillas (FNAP) en 2017, los “18” se caracterizan  por una estructura jerárquica vertical, en donde sus “cabecillas” dan órdenes que se realizan sin ninguna disputa. 

Sus principales fuentes de ingreso vienen del control de territorio, la extorsión, el sicariato y el microtráfico de drogas. 

Por otro lado, sus rivales en práctica son la Mara Salvatrucha, que tienen una estructura denominada incluso como “federal”, debido a que cuenta con subgrupos casi autónomos a diferencia de un solo líder. 

El reporte de la FNAP, indica que se ha identificado que los miembros de esta mara priorizan su conocimiento intelectual, ya que algunos tienen estudios a nivel superior para aportar como contadores, administradores y abogados dentro de la organización. 

A diferencia de La 18, la MS-13 basa su ganancia no solo en el control de territorio y extorsión, sino que en el tráfico de drogas; lo que les permite tener otros ingresos que vienen por una vía no necesariamente ilegal; es decir, bares, moteles, empresas de transporte, entre otros. 


A pesar de sus diferencias, ambas maras comparten ciertas estrategias y ambas tienen presencia femenina dentro de sus estructuras. Más allá de su subcultura machista, las pandillas utilizan a las mujeres como gestoras de logística, administración, infiltración, sicariato y también como carnada. 

Según un reportaje realizado por La Prensa en 2023, los cabecillas de las pandillas consideran a las mujeres como “indispensables” y “protagonistas” de la estructura por la sutileza que pueden llegar a tener. 

Muestra de que no son el “sexo débil”, es el feroz ataque realizado en la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS) por mujeres integrantes pandillera que iniciaron un siniestro que mató a 46 privadas de libertad. Las teorías manejadas por la Fiscalía indican que se trataría de rivalidades entre maras. 

¿Qué entendemos por maras o pandillas?

Es importante definir qué se considera una mara o pandilla, palabras que, cabe resaltar, son sinónimas en el argot popular, como también en los textos institucionales y medios de comunicación que estudian estas organizaciones criminales. 

Aunque el término ‘pandilla’ surgió primeramente para identificar a estos grupos que surgieron en Estados Unidos, el término “mara” es el que se desarrolló posteriormente en los países del Triángulo Norte para referirse a estas organizaciones que emergieron en Norteamérica, pero mutaron en Centroamérica. 

Amaya y Martínez (2015), citados en la investigación de Maras y Pandillas de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ) de 2019, definen a las maras como:  “Un grupo de personas, por lo general jóvenes y de los estratos bajos de las sociedades a las que pertenecen, articulado en la mayoría de casos por células relativamente autónomas, dominadas por la figura de un líder u ‘hombre fuerte’, las cuales reproducen una misma serie de valores y normas”

Estas denominadas “células” o subgrupos en las maras mantienen un conjunto de agresiones y delitos sistemáticos por orden de un líder también considerado “hombre fuerte”. A menudo estos delitos son recíprocos con otros grupos juveniles del bando contrario; lo que genera tensiones, conflictos violentos y muertes;  mismas que permiten a sus integrantes subir de estatus por un conteo de “misiones”, es decir, homicidios llevados a cabo. 

Esta situación se convierte en el escenario perfecto para la ambición dentro de las maras; que a diferencia de los cárteles de droga, en los cuales los individuos siguen órdenes de un “patrón”, estos pueden ganar liderazgo siguiendo ciertas directrices. 

La lealtad, sentido de pertenencia y la solidaridad son algunos de los valores que el sistema pandilleril valora para escalar dentro de su pirámide de mando. Además de esto, el respeto también lo ganan por su capacidad de reclutación, antigüedad y actos de violencia que se convierten en méritos.

Ahora bien, ¿qué se podría considerar como un pandillero? Se trata de una persona que es un miembro activo de la mara y que, además, hizo el rito de iniciación conocido como el “brinco”, que en inglés significa literalmente “jumping in”, término que llega a Latinoamérica desde las primeras pandillas en Estados Unidos en los años 80 y 90. 

Ser un miembro activo de la pandilla implica vivir bajo su subcultura y mantener una criminalidad sistemática. Cabe señalar que la salida de un miembro activo puede tener consecuencias mortales; y eso crea una diferencia clara entre una persona que es pandillera o un simpatizante o colaborador de la mara. 

El Estudio de la Situación de Maras o Pandillas en Honduras, realizado por la ASJ en 2019, propone el término de un miembro activo y uno calmado. Siendo el segundo un marero que “no se encuentra realizando o participando en actividades pandilleriles”

Algunos reportes internacionales han mencionado hasta 60 mil integrantes de maras a nivel internacional (Insight Crime, fecha), al menos en Honduras no se maneja una cifra exacta de pandilleros; esto porque la ley hondureña no cuenta con un término preciso por el cual se pueda categorizar a un delincuente como un pandillero.

Esta falta de claridad ha hecho casi imposible poder contabilizar de forma sistemática a los mareros o pandilleros en Honduras. 

Pandillas y Estado

En el contexto de la sentencia y declaración de culpabilidad del expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández (JOH), por cargos relacionados con el narcotráfico, se reveló mucha información a medida que se presentaban las pruebas en el Distrito Sur de Nueva York.

Una de ellas fue el involucramiento de JOH con la MS-13. Dicha relación se estableció cuando la Fiscalía de Estados Unidos presentó las transcripciones de conversaciones de pandilleros de la Mara Salvatrucha; en la cual mencionan que Hernández iba a mandar a matar a “El Porky”, el principal cabecilla de la MS-13, porque se habría convertido en un problema para él en caso de la justicia norteamericana lo capturara. 

De igual forma, durante el juicio en contra de JOH, la expareja del cabecilla, mencionó que durante una llamada, escuchó como Juan Carlos “El Tigre” Bonilla, le habló a su pareja

“¿Cómo supiste que Tigre Bonilla envió armas a Porky?”, preguntó la Fiscalía a Andrea Santos (seudónimo). “Porque hablaron por teléfono. La respuesta de Tigre Bonilla fue que este no sería el último acuerdo que harían juntos”. 

Cabe señalar que Bonilla, quien en ese momento era jefe de la Policía Nacional de Honduras, fue un claro aliado de JOH durante su periodo presidencial. Actualmente, ambos se encuentran privados de libertad en Estados Unidos. 

Los dos periodos presidenciales de Juan Orlando fueron caracterizados por el aumento de narcotráfico, solidificando a Honduras como una ruta clave para la droga que culmina su llegada en Estados Unidos. 


 

From LA to Central America: The Evolution of the Northern Triangle's Notorious Gangs

In 2012, San Pedro Sula earned the title of “The Murder Capital of the World” by becoming the city with the highest per capita homicide rate in the world. Just two years later, San Salvador claimed this disturbing title in 2015. Guatemala has not lagged far behind, but compared to other Central American nations, the countries of the Northern Triangle are known as the epicentre of violence in the region. But how did this situation develop? What makes the Northern Triangle so different from other countries in Central America?

The Origins of the Maras in Central America

To understand the current situation of the most notorious gangs on the streets of Central America, we must look back at the past. Specifically, the turbulent 1980s in Los Angeles, where growing inequality forced many minorities from the most marginalised neighbourhoods into gangs. This era marked the rise of Barrio 18 and MS-13.

Barrio 18 and MS-13

The "Barrio 18" gang traces its origins to the gangs of Los Angeles from the 1950s when members of the Clanton 14 gang split off to start organising and recruiting Mexican immigrants. With the arrival of other Latin American nationalities, Barrio 18 began to recruit members from diverse backgrounds.

The Mara Salvatrucha 13 emerged in the 1980s from the Mara Salvatrucha Stoners (MSS), which mostly consisted of Salvadorans fleeing the civil war. The origins of the name are still debated, but "mara" is a Central American term for a gang or group of people. "Salva" refers to El Salvador, and "trucha" is a colloquial term meaning "smart" or "sharp."

Both gangs gained notoriety for their extreme use of violence, and the conflict between the two gangs was particularly intense in and around Los Angeles. The confrontations brought the gangs onto the radar of authorities, who began a campaign of persecution targeting Latino gangs in the late 1980s and early 1990s.

Later, the deportation of immigrants with criminal records returned thousands of incarcerated gang members to their countries of origin in Central America. This transition created a perfect breeding ground for the gangs in the region, especially in El Salvador, where the recently ended Cold War left remnants, including a black market for weapons, unemployed ex-combatants, and increased poverty.

Decades later, the maras or gangs migrated and mutated in the countries of the Northern Triangle, becoming one of the most complex criminal structures of the last three decades.

MS-13 and Barrio 18: Their Modus Operandi

The Mara Salvatrucha (MS-13) and the 18th Street Gang or Barrio 18 are the two main gangs; however, their way of life, structure, leadership, and even ways of making money are different.

According to case studies on the fight against extortion in Honduras conducted by the National Anti-Gang and Anti-Pandillas Force (FNAP) in 2017, the "18s" are characterised by a vertical hierarchical structure, where their "leaders" give orders that are carried out without dispute.

Their main sources of income come from territorial control, extortion, contract killings, and drug micro-trafficking.

On the other hand, their rivals in practice are the Mara Salvatrucha, which have a structure even called "federal" due to having almost autonomous subgroups rather than a single leader.

The FNAP report indicates that members of this gang prioritise intellectual knowledge, as some have higher education to contribute as accountants, administrators, and lawyers within the organisation.

Unlike the 18th Street Gang, MS-13 bases its income not only on territorial control and extortion but also on drug trafficking, which allows it to have other income sources not necessarily illegal, such as bars, motels, and transport companies.

Despite their differences, both gangs share certain strategies and have a female presence within their structures. Beyond their macho subculture, gangs use women for logistics, administration, infiltration, contract killings, and as bait.

According to a 2023 report by La Prensa, gang leaders consider women "indispensable" and "protagonists" within the structure due to the subtlety they can have.

An example of their strength was the fierce attack carried out at the National Women's Social Adaptation Penitentiary (PNFAS) by female gang members who started a fire that killed 46 inmates. Theories managed by the Prosecutor's Office indicate that it was due to rivalries between gangs.

What Do We Understand by Maras or Gangs?

It is important to define what is considered a mara or gang, words that, it is worth noting, are synonymous in popular slang as well as in institutional texts and media that study these criminal organizations.

Although the term 'gang' initially identified these groups that emerged in the United States, the term "mara" later developed in the Northern Triangle countries to refer to these organisations that emerged in North America but mutated in Central America.

Amaya and Martínez (2015), cited in the 2019 research on Maras and Gangs by the Association for a More Just Society (ASJ), define maras as: “A group of people, usually young and from the lower strata of the societies to which they belong, articulated in most cases by relatively autonomous cells, dominated by the figure of a leader or 'strongman,' which reproduce the same set of values and norms.”

These so-called “cells” or subgroups within the maras maintain a set of systematic aggressions and crimes ordered by a leader, who is also considered a “strongman.” These crimes are often reciprocal with other youth groups from the opposite side, generating tensions, violent conflicts, and deaths, which allow their members to climb status through a count of "missions," that is, homicides carried out.

This situation becomes the perfect scenario for ambition within the maras; unlike drug cartels, where individuals follow orders from a "boss," these can gain leadership by following certain directives.

Loyalty, a sense of belonging, and solidarity are some of the values that the gang system values to climb within its command pyramid. Additionally, respect is also earned by their recruitment capacity, seniority, and acts of violence that become merits.

So, what can be considered a gang member? It is a person who is an active member of the mara and who also underwent the initiation ritual known as the "jump", a term that arrived in Latin America from the first gangs in the United States in the 80s and 90s.

Being an active member of the gang implies living under its subculture and maintaining systematic criminality. It is worth noting that leaving as an active member can have deadly consequences, which creates a clear difference between a gang member or a sympathiser or collaborator of the mara.

The 2019 ASJ Study on the Situation of Maras or Gangs in Honduras proposes the term of an active and a calm member, with the latter being a gang member who "is not currently engaged in gang activities."

Some international reports have mentioned up to 60,000 gang members internationally (Insight Crime, date), although there is no exact figure of gang members in Honduras; this is because Honduran law does not have a precise term by which a criminal can be categorised as a gang member.

This lack of clarity has made it almost impossible to systematically count gang members in Honduras.

Gangs and the State

In the context of the conviction and declaration of guilt of former Honduran President Juan Orlando Hernández (JOH) on charges related to drug trafficking, much information was revealed as evidence was presented in the Southern District of New York.

One of them was JOH's involvement with MS-13. This relationship was established when the United States Attorney's Office presented transcripts of conversations from Mara Salvatrucha gang members, mentioning that Hernández was going to order the murder of "El Porky," the main leader of MS-13, because he would have become a problem for him in case American justice captured him.

Similarly, during JOH's trial, the leader's ex-partner mentioned that during a call, she heard Juan Carlos "El Tigre" Bonilla speaking to her partner.

"How did you know that Tigre Bonilla sent weapons to Porky?" asked the Prosecutor's Office to Andrea Santos (pseudonym). "Because they spoke on the phone. Tigre Bonilla's response was that this would not be the last deal they made together."

It is worth noting that Bonilla, who at that time was the head of the National Police of Honduras, was a clear ally of JOH during his presidential term. Currently, both are imprisoned in the United States.

The two presidential terms of Juan Orlando were characterised by the increase in drug trafficking, solidifying Honduras as a key route for drugs that end up in the United States.


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